domingo, 7 de noviembre de 2021

Mi Inktober ‘21

Aquí dejo la recopilación de mi Inktober 2021. Es la segunda vez que hago este reto, ya clásico hoy día. Para quien no lo sepa, consiste en realizar un dibujo diario durante todo el mes de octubre, siguiendo una lista (que puede ser oficial o no). De esta forma se da rienda suelta a la creatividad y se mejora la técnica. Y tengo que decir que funciona, porque me siento mucho más suelto con el lápiz.

Aunque en principio se traten de dibujos en blanco y negro, entintados como su nombre indica, no deja de ser un desafío. Para aquellos que no nos dedicamos a esto de forma profesional, o no le invertimos el tiempo correspondiente a una jornada, puede hacerse cuesta arriba seguir el ritmo. Obvio que el nivel lo tienes que marcar tú. Puedes hacerlo minimalista. Pero en mi caso no me he rebajado mucho más de lo que haría en otras ilustraciones. Y hay quienes lo hacen… ¡a color! Así que creo que el reto va dirigido más que nada a dibujantes de nivel medio-alto. O de nivel bajo pero valientes. Con eso y con todo, y ya como me pasó en el de 2019, algunos días no los pude cumplir a tiempo, y los dejé para más adelante.

Pues bien, además de lo dicho, ¿qué es otra cosa interesante del Inktober? Que acaba volviéndose una especie de diario visual. Aunque te den una idea de antemano, la forma de representarla es bastante personal. Y por ello no existirán dos dibujantes en el mundo, que dibujen lo mismo… incluso aunque hayan coincidido en el universo. Y eso pasó mucho en el día 1, con Dark Crystal. Claro está, que hacer fanarts es ir a lo “fácil”, e Inktober se llena de ellos. Pero muchas veces no hay tiempo de desarrollar un tema. Es más importante cumplir con el reto, que con el dibujo.

Y por último: te saca de tu zona de comfort. Muchos artistas se encasillan, e Inktober te hace pensar en otras ideas. Varios de los dibujos que hago en Inktober, no los haría si fuera “a mi bola”. Y de este año sin duda han salido algunos que quiero colorear más adelante. Y aunque cada cual puede tomarse el reto como quiera, es por eso por lo que no soy muy fan de los “custom prompts”, listas personalizadas o temáticas, que siguen algunos artistas para dibujar sin salirse de lo que les gusta.

¿Volveré a hacer el Inktober? Es un reto divertido y saludable, artísticamente hablando. Pero actualmente creo que el ritmo original es demasiado exigente. En mi caso, hacer el dibujo del día se solía llevar buena parte de la mañana. Tal vez repita aunque no a ese ritmo. Algunos se saltan días o hacen la mitad. Yo creo  que la mejor solución es juntar varios temas en una misma ilustración. Lo dejo apuntado para el próximo Inktober.

Día 1: Crystal

Durante el anterior Inktober '19, me dio bastante por Dark Crystal. La serie Age of Resistance estaba de estreno en Netflix (una pena su posterior cancelación). Y dibujaba mucho con la banda sonora (de la película original) de fondo. Así que este día, lo tuve bastante claro. Me encantaría dibujar algo más extenso sobre esta película de culto, que también fue una de mis pelis de la infancia.


Día 2: Suit

Freddy, el caracol cabrón, apareció en una de las tiras de Damn Gnolls, representando el arquetipo de ejecutivo que escupe sobre el trabajo de otros sin ningún miramiento.


Día 3: Vessel

Fanart de Deltarune. En la introducción de Chapter 1 se te pide crear una "vasija".


Día 4: Knot

Imagínate lo que puede suponer para una araña, tener que sacarse un título estudiando nudos.


Día 5: Raven

Fanart de Dark Souls 2. Ornifex, un NPC con cabeza aviar que intercambia almas de jefes a cambio de armas épicas. También conocido en mis círculos como "la cuerva".


Día 6: Spirit

Fanart de Fatal Frame / Project Zero. Este día no tuve demasiadas ideas, ya que el tema era muy abstracto.


Día 7: Fan

Dibujé un personaje de una usuaria en Twitter, muy fan de mis dibujos, montada sobre mi mascota-avatar Silo. Le encantó.


Día 8: Watch

Fanart de Silent Hill 4: The Room. Una inquietante escena del juego, muy en la línea del spooky month.


Día 9: Pressure

Un dibujo bastante personal, ya que conservo cierto trauma de cuando el colegio. La presión que suponía ser llamado a la pizarra, frente a una clase atestada de repetidores y con un profesor duro e inflexible como el acero, es algo difícil de olvidar.


Día 10: Pick

Fanart de The Matrix. La escena de las pastillas. Un día flojo y minimalista en el que no se me ocurrió nada más.


Día 11: Sour

Fanart de Simon The Sorcerer. La escena en la que una solitaria criatura ("swampling" del pantano) te obliga a comerse su asqueroso estofado. Una bonita aventura gráfica y juego de la infancia.


Día 12: Stuck

Los caballeros de la leyenda artúrica debían pasarlo realmente mal intentando sacar la espada.


Día 13: Roof

Fanart de Deltarune (Chapter 2). Se me antojó tierno dibujar a Noelle y Susie sobre el tejado bajo un cielo estrellado.


Día 14: Tick

Vaya tema. ¿Qué se puede dibujar una garrapata? Intenté hacer algo divertido y se me ocurrió este juego de palabras.


Día 15: Helmet

De nuevo, la leyenda de Arturo. Esta ilustración era algo que tenía pensado de antemano, representando el anhelo de Arturo de convertirse en caballero (representado por el casco), con la presión de su tutor y Merlín, que tienen otros planes para él. Estoy bastante contento con esta composición y la idea que representa. El casco en sí es otro guiño a uno de mis juegos favoritos, ya que forma parte de un set de armadura de Demon's Souls.


Día 16: Compass

Fanart de Dragon Ball. Bulma y Goku no podían hacer gran cosa sin ese radar.


Día 17: Collide

Fanart de Deltarune (Chapter 2). Escena del primer combate contra Berdly... en coches de choque. De niño me encantaban.


Día 18: Moon

Fanart de The Lost Vikings 2. La luna es buena excusa para dibujar hombres lobo, como Fang, uno de los personajes controlables del juego.


Día 19: Loop

"No volveré a caer" es una de las grandes mentiras. Y seguro que vuelvo a caer.


Día 20: Sprout

Zombie, muy en la línea de los de The Walking Dead. Incluso de la muerte puede florecer vida.


Día 21: Fuzzy

Me faltaban ideas, pero al poner "fuzzy" en el buscador me salían ciempiés peludos. No le di más vueltas.


Día 22: Open

Fanart de Dark Souls (1, 2 y 3). El temible e implacable mímico, un enemigo que se hace pasar por cofres del tesoro para devorar a aventureros incautos.


Día 23: Leak

Fanart de Half Life. Aquí el tema de la "fuga" está un poco con pinzas, pero me sirvió para dibujar a Gordon Freeman.


Día 24: Extinct

Locosaurio fue una simpática mascota-avatar que usaba por allá 2011-2014. Ideal para este día porque está doblemente extinto, como dinosaurio y como personaje.


Día 25: Splat

Fanart de Berserk. Guts está completamente loco, no pocas veces acababa empapado de sangre tras las épicas peleas. Adoro este manga. Me gustaría dibujar algún fanart mejor en el futuro.


Día 26: Connect

Ilustración muy personal y metafórica, sobre el doble filo de los casos de enchufe laboral, y las oportunidades perdidas. De ahí la "desconexión". Creía que este dibujo pasaría bastante desapercibido, pero para mi sorpresa llamó bastante la atención cuando lo subí. Me encantaría volver a probar con este estilo "psicológico" en más ocasiones.


Día 27: Spark

Fanart de Big Trouble in Little China. Película de culto y de la infancia que contaba con "Las Tres Tormentas", que luego inspiraron a Raiden de la saga Mortal Kombat.


Día 28: Crispy

Fanart de Deltarune (Chapter 2). Ya que "crispy" me sugería a voces Burger King, qué mejor (y más irónico) que Berdly comiendo nuggets de pollo.


Día 29: Patch

El tema me remitía a Patch Adams, gracias a aquella conmovedora película con Robin Williams. Aunque no soy un gran conocedor del personaje original, creo que el humor tiene un gran peso curativo. Más en estos días, en que estamos más concienciados que nunca en temas de salud mental.


Día 30: Slither

Empecé un poco desorientado, pero fijándome en los enfoques que le daban otros artistas, me di cuenta de que solía remitir a serpientes por eso de "deslizarse". Así que hice esto, vagamente inspirado en los soldados serpiente de Dark Souls, con un tono mucho menos oscuro y más amigable. No creo que cuente como fanart.

Día 31: Risk

Fanart de Squid Game. Sin creérmelo, acabé dibujando fanart del maldito Juego del Calamar (detesto dibujar cosas tan virales...). El capítulo del puente de cristal es uno de los más memorables. Éste fue el dibujo más complejo que hice este Inktober.



viernes, 20 de agosto de 2021

Los gameplays intimistas y su magia

Qué vida más triste

Existe una magia especial cuando dos amigos se sientan a jugar un videojuego desde el mismo sofá.

No es el "efecto Bollycao" nostalfag que produce en ciertas personas ver que dos amigos se reúnen físicamente (y no online), para jugar algo en común, emponderado hasta el infinito por la equivocada idea de que todo tiempo pasado fue mejor. Tampoco tiene que ver con ningún tipo de insinuación erótica-festiva que implique la gran victoria de sentarte cerca de tu crush. Ni tan siquiera es la conexión que se produce con una amistad cuando compartes con ese alguien una pasión en común. Que me parece fabuloso pero no va por ahí. Y si piensas que tal vez tiene que ver con el juego en sí... pues no. Tampoco.

Entonces, ¿qué es? Pues, es una situación con un contexto que se produce bajo ciertos factores, en el cual dos jugadores, mientras juegan, hablan, se relacionan sin tapujos, mostrándose tal y como es. La amistad brilla. E invita a acercarse a cómo piensan, y cómo viven, en ese momento.

Ein, ¿hablabas de videojuegos?

Efectivamente, y allá voy a explicarlo. El videojuego no es más que el punto de partida. La excusa. De hecho, el videojuego da un poco igual; aunque como ahora paso a detallar, dependiendo del género, puede prestarse más o menos a crear este ambiente. Y los factores que crean este tipo de gameplays tan peculiares son:

  • Se intercala el propio avance en el juego con opiniones, anécdotas o temas de cualquier índole y con libertad personal. Esto creo que es lo más importante. Y lo que hace que el audio prevalezca sobre el vídeo.
  • Total espontaneidad.
  • Un entorno tranquilo, relajado. En casa como norma general.
  • Sin límite de tiempo estricto, sin prisas.
  • Si es por la noche, mejor.
  • La calidad técnica no importa tanto.
  • La calidad de la partida en sí no es tan importante, aunque sí debería tener un mínimo de interés.
  • Un gran peso del humor.
  • Más efectivo con juegos de un jugador, en modo historia y con cierta inmersión, que no se conozca de antemano o domine, si se jugó previamente. Al más puro estilo "pasa el mando". También valen juegos con multijugador cooperativo.
  • Preferiblemente con dos jugadores. Cuatro como mucho si se mantiene la "esencia" del chill.
  • Importancia del sonido ambiente, equiparado al ASMR, incluyendo clicks o pulsaciones del mando, comida y bebidas...
  • Como dije al principio: presencial. También podría ser online, aunque bajo mi opinión, la conexión es menor, y la chispa también.
Para que entendáis la analogía, la pieza sería parecida a una "entrevista", totalmente libre, abierta, sin pautas, que a lo que conocemos comúnmente como gameplay. O un retrato, en soporte audiovisual.

Pero, ¿no existen para ello otros formatos como los podcasts?

Cierto es. Con la diferencia de que un podcast es más cerrado: mayor estructura, planificación, enfoque en un tema y normalmente se busca informar. En un podcast hay temas que difícilmente pueden surgir. Aunque seguramente haya excepciones más experimentales que se acerquen, como "Nadie Sabe Nada" que es pura improvisación.

¿Por qué videojuegos y no otra cosa?

Podría. La gente se relaciona en todas partes como algo cotidiano. Pero como dije arriba, los videojuegos son la excusa perfecta. Hoy día uno de los entretenimientos más universales, y accesibles, que existen. Y el contexto que crea es ideal. Piensa en alguien que conozcas que no juegue absolutamente a nada. A mí me cuesta, aunque tuve un profesor en la Universidad que se declaraba abiertamente en contra. Lo mejor es que me daba una optativa sobre... ¡VIDEOJUEGOS! (desde luego la carrera fue un caldo de cultivo perfecto para todo tipo de situaciones bizarras).

Antes había mencionado un ejemplo de Gamplis, amigos del veterano youtuber Fistroman. En un excéntrico directo de Skyrim en un canal secundario, decía FM: "Esto es lo bueno de este canal, que como nos la suda, salen cosas muy interesantes". Se refería a que el gameplay que estaban emitiendo no se parecía en nada a un gameplay. Empezó como tal pero fue desvariando completamente.

El panorama del gameplay está saturado. Todo el mundo juega, y si lo pueden grabar y/o emitir, obteniendo algo a cambio, mejor. Esto da para un tema aparte. De los aspirantes a Youtube de los 2010's hemos pasado a los streamers, en directo, cuya inmensa mayoría busca, por encima de todo, crecimiento y prosperidad en sus plataformas (tenga el subtexto que tenga, esto siempre es la piedra angular). En mi caso, cuando digo "me encantan los gameplays", me refiero a los del tipo que dan título a esta entrada. Más allá de haberse ideado como producto, que sean, sobre todo, intimistas. Con esencia, espíritu.

A mí me gusta coleccionar algunos. Oírlos, desde mi móvil, me ayuda y acompaña en la vida diaria. Tiene un efecto balsámico, relajante, casi terapéutico diría. Cual aislada cápsula del tiempo en mitad de este torbellino cambiante que vivimos; más aún desde la pandemia... el terrible desastre que nos separó a todos. El mero hecho de oírlo se vuelve casi un acto egoísta. O idólatra. Durante unos años me tocó hacer frecuentes viajes en carretera. ¿Adivináis qué es lo que solía llevar puesto durante el trayecto? No hay otro formato que se le parezca, y cuando alguien lo graba, lo hace por accidente o casualidad. Porque los formatos se canibalizan entre ellos, se vuelven la misma cosa, y el gameplay no es una excepción.

Aunque todo esto está muy bien, pareciera que me esté limitando a ello como un producto audiovisual a disfrutar en tercera persona. Pues nada más lejos de la realidad. Es mucho mejor vivirlo. Quedar para jugar es el plan más zen que existe. Claro es, no siempre se puede, o apetece. Los videojuegos de hoy día tienen escasa inmersión, y el estilo de juego ha ido cambiando, planteándose más como una "maratón" que completar. Las famosas "quedadas de videojuegos" (al igual que las pijamadas) se han quedado desfasadas, obsoletas. La última persona de mi círculo que empleó esa expresión, se sacó unas oposiciones y desapareció del mapa. Quedar para esto requiere gran cantidad de energía. Los amigos viven lejos. Los amigos son selectivos; pero amigos al fin y al cabo. Y el retro o jugar títulos más antiguos no siempre es atractivo para muchos de ellos. Si quedas para jugar uno largo, el ritmo decae entre una quedada y otra. Salen otros planes alternativos que llegan a preferirse más, e incluso se dropean (abandonan) algunas partidas. Pero si no, igual también llegan a cansar las sesiones demasiado largas. Carajo, el mero hecho de hacerse adulto hace que estos planes se los lleve la corriente. ¡Son tantos inconvenientes!

Así que al final lo acabas oyendo. Que es mejor que nada.

Si tuviera que poner un ejemplo ideal de plan para gameplay intimista, en este instante de escritura se me ocurre Silent Hill, preferiblemente de la trilogía clásica. Soy un gran fan de los juegos de terror. Y ya de paso: ojalá esa franquicia levantara la cabeza. Pero bien de verdad. No como máquinas de pachinko. Ni como trending topic cada vez que en algún punto de España se forma niebla.

domingo, 13 de junio de 2021

Curso del 20/21, o cómo sobrevivir a las aulas

El verano ya llegó. Y con él, se cierra un negro capítulo en mi vida. Está bien, dicho así tal vez suene demasiado negativo. Aunque no se deben entender las cosas como polos absolutos. ¿Qué ha pasado entonces? ¿Hace falta una reflexión? Creo que de hecho, sí.

Poniéndonos en situación, estoy estudiando Administración de Sistemas Informáticos (FP). No hace mucho, se me antojó buena idea estudiar informática. Afortunadamente, de hecho: sigue siéndolo. Disfruto aprendiendo esta profesión, y siento que definitivamente estoy en mi lugar. Lo peculiar es que, hasta entonces, ya hacía mucho que yo estudiaba algo reglado, y relacionado con esto, nunca.

¿Y eso? Yo cometí una serie de catastróficos errores en la vida, demasiado recientes. Malas decisiones irreversibles, que tantos años de vida me han robado. Y además de esos errores, tardaba demasiado en recuperarme, y nunca lo hacía del todo. Pero admitirlo no me servía de redención. En mi situación, estaba bien jodido. No ya porque no tiene arreglo (no se puede dar marcha atrás); no ya por no saber a dónde dirigirme (hasta que pensé en informática); sino que, sobre todo y más importante, no encontraba un por qué. Nunca nadie me ha sabido dar respuestas, ni las había encontrado por mi cuenta. Vivía cada día con miedo y un complejo de inferioridad terrible. Se me hacía difícil hacer vida social. Cada año huyendo, escapando, hacia algún oasis temporal que pronto acababa enquistado.

Pero en un acto de fe, llegué a confiar en que encontraría mi lugar. Aún pasado el umbral de los treinta. Así que lo hice. Di ese paso. Volver a clase. Esta vez aprendiendo aquello que siento que me define. Mejor tarde que nunca. Y tío. Se está haciendo duro. Nunca nada sale como se espera. De entrada, lo que iban a ser dos años, pasaron a tres (no había plaza en oferta completa, así que entré en parcial, de tarde). A mediados de primer año, estalló la pandemia del coronavirus, que cambió las vidas de todos nosotros. Pero mientras que primero fue bastante asequible (las clases online nos ayudaron mucho en nuestro caso), segundo ha sido un verdadero infierno. Uno de los años más tristes que recuerdo. Aquí es donde me voy a centrar.

Un lugar que me resulta familiar...

En segundo curso es donde he tomado verdadera conciencia de lo que soy, y que me hace tan diferente del resto. Sin malinterpretar, yo puedo igual que cualquier otro, tengo habilidades, puedo programar, aprender y sintetizar conocimientos. No en balde mis notas no han sido precisamente malas. Pero lo que sí tengo es una menor tolerancia a la fatiga formativa, a soportar a profesores nefastos, y menos paciencia. No nos engañemos. Estudiar, como forma de vida, siempre ha sido difícil. En media mañana vas a clase, en la otra media estudias o trabajas los contenidos. Durante unos años estás así, y ni siquiera te pagan. Y por eso se hace cuando uno es joven. Cuando uno puede permitírselo. Y resistir las inclemencias de un sistema educativo obsoleto: profesores descontrolados, exámenes exigentes, constancia, muchas horas en la pantalla, etc. Si te sientes solo, tienes amigos que te acompañan en esta gran aventura: compañeros de tu edad, afines a tus gustos, sensibilidades, aficiones... O buscar apoyo en otras personas. Exactamente, esto último no ha estado a mi alcance. Al menos no como algo más que un mero compañerismo.

Extracto de mi cómic Nostos, Algos

No vengo a decir que estudiar de adulto sea malo. De hecho, uno nunca deja de aprender, y a veces hay que reciclarse, promocionar en el empleo, adaptarse, etc. Pero en mi caso, es una fase que nunca se había cerrado satisfactoriamente, cual herida abierta, y que tampoco dio paso a la siguiente. Y en este limbo desesperante me había quedado atascado. Pero volviendo a las circunstancias: como el ritmo requería el turno completo de los días, yo llegaba a casa, y luego tenía que seguir metido en las tareas. Pero veía que todos mis amigos llegaban de trabajar y podían jugar libremente videojuegos o desconectar por completo. Obvio, ésa es la clase de vida que deberíamos tener todos. Pero, ¿cómo aguantar con eso, mordiendo la mandíbula, sin notar un cambio irreversible? Al menos, ¿cómo no dejar que tus pensamientos desvaríen en un sentido en que te sientas mala persona? ¿O alguien envidioso, que los demás rechazarían?

Antes había mencionado que nunca encontré los por qués de mis errores. Y si atisbaba algo, tenía el color de la culpa. Qué gran contradicción machacar a aquel que necesita más ayuda que nunca. Y qué fácil y cómoda salida. Pero la sociedad no está lista para singularidades como yo. Se lavan las manos, y yo no les culpo, pues seguramente yo haría lo mismo en su lugar. A un curso ya de por sí duro, se le sumaba mi gran insatisfacción vital, el bagaje de mi pasado insustancial y sin sentido, una pandemia que impedía ver a nadie, una vida social completamente ausente, una soledad desoladora... Y no sin algunos episodios de ansiedad, síntomas de algo más que pataletas por suspensos.

Fuente: The Awkward Yeti
theawkwardyeti.com

Decía J.R.R. Tolkien: "Las hazañas no son menos valerosas porque nadie las alabe". Nunca nadie ha entendido mi proeza en solitario. ¿Acercarse? Desde luego. Tengo algunos amigos que me salvan de la locura. Ni tampoco lo que supone empezar a estudiar algo nuevo, técnico y difícil, con una edad, y con todos mis antecedentes. Y creo que nunca nadie lo entendería jamás, a menos que haya tenido tan mala suerte como yo. Cuando amigos, colegas y familiares aplauden, o lloran algo ajeno, es porque ven ese éxito en un tópico que entienden y valoran: conseguiste un nuevo empleo, vas a ser padre, publicarás tu libro... Nadie aparece porque sí felicitándote por "haber tenido la fortaleza y la voluntad de continuar conociendo la situación en la que te encuentras". Ahora que ha terminado, me da igual si atesoro esa experiencia sólo para mí. La vanidad no deja de parecerme un mal vicio de la sociedad moderna, en que no quiero reflejarme. Sólo quería algo de apoyo. Algo de apoyo no hubiera estado mal. Ahora lo importante es saberse cambiado a mejor. A las puertas del verano, me quedo con el sabor agridulce de sentir orgullo por haber superado esto. Y por haber tenido justo delante mía el límite, sin dejar que me destruyera. Y que sigo aquí para contarlo. Lo que no te mata, te hace más fuerte. Y diferente, también.