domingo, 28 de enero de 2024

Raspberry: el ayudante perfecto


Como artista, me gusta centrarme en el arte, y nunca he sido muy inclinado al "marketing". Pero la red, aunque poderosa, exige algún tipo de plan: qué publicar, cuándo, llevar al día las cuentas... Compartir dibujos más allá de su "estreno" es una buena idea. Pero para ello se necesita dar espacio entre publicaciones, elegir los dibujos adecuados según la fecha, que haya variedad... En un calendario (de cualquier tipo), tendría que estar apuntándolo manualmente, y luego hacerlo... o no. ¿Una libreta? ¿Alarmas? Casi todo eran pasos intermedios que requerían ponerse a dedicarle más tiempo, y atención.
Una vez descubrí la Raspberry, y en la línea de su filosofía (como pequeño ordenador completamente programable y especializado), pensé que podía ayudarme a automatizar tweets de arte compartido. Y más tarde también se extendería a compartir precios de comisiones, promocionar el cómic, etc. Un horizonte de posibilidades. A principios de 2023, la API de Twitter aún era gratuita. Había multitud de aplicaciones que permitían hacer scripting con ello (desde línea de comandos, en modo no interactivo). Y conseguí programar con relativa facilidad que, desde script, me publicara un tweet de un dibujo aleatorio.
Por desgracia, a medida que Elon Musk se fue apoderando de la plataforma, dicho acceso se blindó. Por tanto, todas esas aplicaciones se quedaron obsoletas. Quedaba descartada la opción de pagar por el servicio. El proyecto se estancó, en medio de la frustración (tanto por ése, como por otras ideas que se me ocurrieron sobre la marcha). La Raspberry estuvo cogiendo polvo durante meses.
Pero entonces llegué a la conclusión de que, si no era totalmente automático, al menos había que intentar hacerlo lo más automático posible. Si no te publicaba el tweet, por lo menos te llevaría de la mano hasta la puerta.
Y así empezaron a surgir los scripts que funcionan hasta el día de hoy. Se sumaron otras grandes ideas que al comienzo no había tenido: un enchufe para automatizar el encendido y apagado. También se grabaría la fecha en que se realiza cada acción, mostrándote cuántos días han pasado desde entonces, para no descuidar ninguna de ellas. Se añadieron las opciones de llevar la cuenta de los backups de mis discos, de actualizar la cabecera de mi blog y Twitch (que es un collage de dibujos que actualizo cada cierto tiempo), etc. Justo en el momento de escribir esto, he añadido una opción de publicar nuevo dibujo, que abre todos los sitios donde he de subirlo y minimiza la actividad manual a su mínima expresión. La idea es ahorrar "papeleo" de páginas y pestañas que abrir de forma manual.
Desde un punto de vista de la programación, es un proyecto bastante básico, pero funciona. Y la versatilidad permite añadir prácticamente cualquier tarea que se necesite llevar de forma rutinaria. ¿Qué otras posibilidades surgirán en adelante? El tiempo dirá...

sábado, 31 de diciembre de 2022

¿Qué hay de viejo, nuevo? Qué ha sido de 2022 y qué espero de 2023.

Hace tiempo que no escribo por aquí y yo creo que algo tenía que haceros saber. Porque 2022 ha sido un gran año. Uno como no he tenido desde hace mucho, mucho tiempo. Rompió una maldición personal, un círculo vicioso del que no era capaz de salir, y ha significado para mí un cambio importante en mi vida.

Os hablo de trabajo. ¿Qué, si no? La piedra angular de las posibilidades. Y uno que me hace sentir verdaderamente afortunado. Todo empezó en marzo...

Finalmente, el ciclo formativo de ASIR (Administrador de Sistemas...) llegó a su fin. Comenzado nada más salir de uno de los peores batacazos de mi vida (una ruptura de la que, aún a día de hoy, no me siento recuperado del todo), y luego de tres años de puro desgaste, con pandemia incluida, dan para llorar a gusto. Y por fin: las prácticas de empresa. Para mí fue el principal aliciente. Conseguir un primer empleo tiene telita, si estamos hablando de un campo profesional concreto, en el que eres un puro piltrafa sin experiencia que acaba de llegar. Si buscas ofertas al uso, piden experiencia (y bien sobrados van a la hora de pedirla). Si buscas de otra cosa, echas por tierra todo el esfuerzo que dedicaste a la formación. La edad tampoco ayuda, a cada año que pasa necesitas una mejor coartada en ese método tan justo y tan fiable que es la entrevista. Pero en fin, la forma de entrar, siempre que no tengas enchufe mágico, es haciendo prácticas.

Y meter el pie es lo más duro e importante. El concepto de: estoy dentro; me dedico a esto; hago carrera. Más tarde, según pienso, ya es otra historia: la madeja de la experiencia se va haciendo gorda con los años y si no entras aquí, entras allí. Y cero dramas. Ya lejos quedó la época modecare (mozo-dependiente-cajero-reponedor) y más empleos de mosquita muerta. No porque sean en absoluto trabajos indignos, sino por su naturaleza de mosquitas primerizas veinteañeras.

Cuando me quedé en la empresa, el primer sorprendido fui yo. SysAdmin Junior. O eso pone en mi tarjeta.

Para alguien que acaba de llegar, no ya a la empresa sino al campo profesional, yo tenía un infierno montado en mi cabeza. Que las preguntas sobre el pasado lo harían muy difícil y serían frecuentes, pero, de nuevo, ¡sorpresa! Nadie indagó demasiado. Sólo alguna preguntilla perdida.
Imaginé que cualquier error se pagaba caro; igual sí, si tienes muy mala suerte. Pero hay muchas oportunidades de hacerse valer, con un amplio margen de error. Yo en parte estoy tranquilo porque trabajo junto a buenas personas que, si hablan sobre la "torpeza" de otro, no es más que como una anécdota.

Y sin embargo, el impostor. Siempre el síndrome del impostor. No alcanzar el ideal que imaginaste. El sentimiento de incomodidad aunque el entorno y sus agentes te digan lo contrario.

Las nieblas de "guerrero exiliado" e incapacitado a lo Berserk, dan paso a la carrera laboral, sus madrugones, papeleos y rendimientos. Sus alegrías y decepciones. ¿Y en qué ha cambiado mi vida en semejante metamorfosis? Pues en todo y nada a la vez.
Es todo un nuevo episodio, es un progreso y crecimiento abismal en lo personal y profesional. Más teniendo en cuenta de dónde vengo. Pero en esencia sigo haciendo las mismas cosas, creyendo las mismas cosas, pensando las mismas cosas. Arrastrando los mismos problemas, también. Hay mucho menos tiempo, sí. Lo pude notar en mi bajón de horas jugando... ¡y dibujando! Pero a diferencia de cómo me mentalizaba el horario antes de trabajar, la merma del tiempo no es lo peor, sino la pérdida de las ganas.
A la vuelta, el cuerpo te pide ocio. Y allá que van esas cuatro horas de vida restantes en el día. Pero si quieres terminar esa nueva página del cómic pendiente, debes sentarte a dibujarla; algo no tan gratificante. La vida de la gran mayoría de personas que conozco acaba oscilando entre trabajo y ocio; poca, muy poca gente preocupada de crear nada más allá de eso. Yo no los voy a culpar: cuesta. Un. huevo.

Pero pasemos a hablar del arte, y es que esta rama ha sido claramente afectada. Sin carta blanca en el horario, donde normalmente disponía de mañanas enteras (y tardes en parte), se vuelve difícil terminar cualquier cosa. Siempre he sido un perfeccionista de aúpa, pero la verdad es que me gestiono mal no, lo siguiente. Dibujo a cuentagotas, con elementos que me distraen, o técnicas que no funcionan o no rinden lo que cuestan en la obra final. Y definitivamente, éste es uno de los puntos que quiero mejorar de cara al año siguiente. Nada de mejorar anatomía, o perspectiva, o algo en concreto. Simplemente el rendimiento; ya llegará lo demás.

Mi resumen artístico de 2022. Nótese el bajón durante el verano, meses que fueron particularmente duros; sobre todo en la ausencia de fondo.

Así que, sin más enrollarme, dejo mis objetivos claros del año:
  • Mejorar el rendimiento en mi arte. Si me siento a dibujar es a dibujar.
  • Trabajar las relaciones sociales. Esto es más difícil de lo que parece, ya de por sí me he acomodado a una vida solitaria.
  • Perder peso. Un clásico. Pero no lo digo por decir: desde la pandemia perdí una gran figura y no me gusta. Creo que la alimentación es lo que me falla.
  • Conseguir de una vez por todas, dejar la cachimba como hábito. Es un pozo de gastos (en dinero y salud) y últimamente me sienta más mal que bien.
¿Cuáles son vuestros objetivos de este año?

¡Nos vemos en 2023!

domingo, 7 de noviembre de 2021

Mi Inktober ‘21

Aquí dejo la recopilación de mi Inktober 2021. Es la segunda vez que hago este reto, ya clásico hoy día. Para quien no lo sepa, consiste en realizar un dibujo diario durante todo el mes de octubre, siguiendo una lista (que puede ser oficial o no). De esta forma se da rienda suelta a la creatividad y se mejora la técnica. Y tengo que decir que funciona, porque me siento mucho más suelto con el lápiz.

Aunque en principio se traten de dibujos en blanco y negro, entintados como su nombre indica, no deja de ser un desafío. Para aquellos que no nos dedicamos a esto de forma profesional, o no le invertimos el tiempo correspondiente a una jornada, puede hacerse cuesta arriba seguir el ritmo. Obvio que el nivel lo tienes que marcar tú. Puedes hacerlo minimalista. Pero en mi caso no me he rebajado mucho más de lo que haría en otras ilustraciones. Y hay quienes lo hacen… ¡a color! Así que creo que el reto va dirigido más que nada a dibujantes de nivel medio-alto. O de nivel bajo pero valientes. Con eso y con todo, y ya como me pasó en el de 2019, algunos días no los pude cumplir a tiempo, y los dejé para más adelante.

Pues bien, además de lo dicho, ¿qué es otra cosa interesante del Inktober? Que acaba volviéndose una especie de diario visual. Aunque te den una idea de antemano, la forma de representarla es bastante personal. Y por ello no existirán dos dibujantes en el mundo, que dibujen lo mismo… incluso aunque hayan coincidido en el universo. Y eso pasó mucho en el día 1, con Dark Crystal. Claro está, que hacer fanarts es ir a lo “fácil”, e Inktober se llena de ellos. Pero muchas veces no hay tiempo de desarrollar un tema. Es más importante cumplir con el reto, que con el dibujo.

Y por último: te saca de tu zona de comfort. Muchos artistas se encasillan, e Inktober te hace pensar en otras ideas. Varios de los dibujos que hago en Inktober, no los haría si fuera “a mi bola”. Y de este año sin duda han salido algunos que quiero colorear más adelante. Y aunque cada cual puede tomarse el reto como quiera, es por eso por lo que no soy muy fan de los “custom prompts”, listas personalizadas o temáticas, que siguen algunos artistas para dibujar sin salirse de lo que les gusta.

¿Volveré a hacer el Inktober? Es un reto divertido y saludable, artísticamente hablando. Pero actualmente creo que el ritmo original es demasiado exigente. En mi caso, hacer el dibujo del día se solía llevar buena parte de la mañana. Tal vez repita aunque no a ese ritmo. Algunos se saltan días o hacen la mitad. Yo creo  que la mejor solución es juntar varios temas en una misma ilustración. Lo dejo apuntado para el próximo Inktober.

Día 1: Crystal

Durante el anterior Inktober '19, me dio bastante por Dark Crystal. La serie Age of Resistance estaba de estreno en Netflix (una pena su posterior cancelación). Y dibujaba mucho con la banda sonora (de la película original) de fondo. Así que este día, lo tuve bastante claro. Me encantaría dibujar algo más extenso sobre esta película de culto, que también fue una de mis pelis de la infancia.


Día 2: Suit

Freddy, el caracol cabrón, apareció en una de las tiras de Damn Gnolls, representando el arquetipo de ejecutivo que escupe sobre el trabajo de otros sin ningún miramiento.


Día 3: Vessel

Fanart de Deltarune. En la introducción de Chapter 1 se te pide crear una "vasija".


Día 4: Knot

Imagínate lo que puede suponer para una araña, tener que sacarse un título estudiando nudos.


Día 5: Raven

Fanart de Dark Souls 2. Ornifex, un NPC con cabeza aviar que intercambia almas de jefes a cambio de armas épicas. También conocido en mis círculos como "la cuerva".


Día 6: Spirit

Fanart de Fatal Frame / Project Zero. Este día no tuve demasiadas ideas, ya que el tema era muy abstracto.


Día 7: Fan

Dibujé un personaje de una usuaria en Twitter, muy fan de mis dibujos, montada sobre mi mascota-avatar Silo. Le encantó.


Día 8: Watch

Fanart de Silent Hill 4: The Room. Una inquietante escena del juego, muy en la línea del spooky month.


Día 9: Pressure

Un dibujo bastante personal, ya que conservo cierto trauma de cuando el colegio. La presión que suponía ser llamado a la pizarra, frente a una clase atestada de repetidores y con un profesor duro e inflexible como el acero, es algo difícil de olvidar.


Día 10: Pick

Fanart de The Matrix. La escena de las pastillas. Un día flojo y minimalista en el que no se me ocurrió nada más.


Día 11: Sour

Fanart de Simon The Sorcerer. La escena en la que una solitaria criatura ("swampling" del pantano) te obliga a comerse su asqueroso estofado. Una bonita aventura gráfica y juego de la infancia.


Día 12: Stuck

Los caballeros de la leyenda artúrica debían pasarlo realmente mal intentando sacar la espada.


Día 13: Roof

Fanart de Deltarune (Chapter 2). Se me antojó tierno dibujar a Noelle y Susie sobre el tejado bajo un cielo estrellado.


Día 14: Tick

Vaya tema. ¿Qué se puede dibujar una garrapata? Intenté hacer algo divertido y se me ocurrió este juego de palabras.


Día 15: Helmet

De nuevo, la leyenda de Arturo. Esta ilustración era algo que tenía pensado de antemano, representando el anhelo de Arturo de convertirse en caballero (representado por el casco), con la presión de su tutor y Merlín, que tienen otros planes para él. Estoy bastante contento con esta composición y la idea que representa. El casco en sí es otro guiño a uno de mis juegos favoritos, ya que forma parte de un set de armadura de Demon's Souls.


Día 16: Compass

Fanart de Dragon Ball. Bulma y Goku no podían hacer gran cosa sin ese radar.


Día 17: Collide

Fanart de Deltarune (Chapter 2). Escena del primer combate contra Berdly... en coches de choque. De niño me encantaban.


Día 18: Moon

Fanart de The Lost Vikings 2. La luna es buena excusa para dibujar hombres lobo, como Fang, uno de los personajes controlables del juego.


Día 19: Loop

"No volveré a caer" es una de las grandes mentiras. Y seguro que vuelvo a caer.


Día 20: Sprout

Zombie, muy en la línea de los de The Walking Dead. Incluso de la muerte puede florecer vida.


Día 21: Fuzzy

Me faltaban ideas, pero al poner "fuzzy" en el buscador me salían ciempiés peludos. No le di más vueltas.


Día 22: Open

Fanart de Dark Souls (1, 2 y 3). El temible e implacable mímico, un enemigo que se hace pasar por cofres del tesoro para devorar a aventureros incautos.


Día 23: Leak

Fanart de Half Life. Aquí el tema de la "fuga" está un poco con pinzas, pero me sirvió para dibujar a Gordon Freeman.


Día 24: Extinct

Locosaurio fue una simpática mascota-avatar que usaba por allá 2011-2014. Ideal para este día porque está doblemente extinto, como dinosaurio y como personaje.


Día 25: Splat

Fanart de Berserk. Guts está completamente loco, no pocas veces acababa empapado de sangre tras las épicas peleas. Adoro este manga. Me gustaría dibujar algún fanart mejor en el futuro.


Día 26: Connect

Ilustración muy personal y metafórica, sobre el doble filo de los casos de enchufe laboral, y las oportunidades perdidas. De ahí la "desconexión". Creía que este dibujo pasaría bastante desapercibido, pero para mi sorpresa llamó bastante la atención cuando lo subí. Me encantaría volver a probar con este estilo "psicológico" en más ocasiones.


Día 27: Spark

Fanart de Big Trouble in Little China. Película de culto y de la infancia que contaba con "Las Tres Tormentas", que luego inspiraron a Raiden de la saga Mortal Kombat.


Día 28: Crispy

Fanart de Deltarune (Chapter 2). Ya que "crispy" me sugería a voces Burger King, qué mejor (y más irónico) que Berdly comiendo nuggets de pollo.


Día 29: Patch

El tema me remitía a Patch Adams, gracias a aquella conmovedora película con Robin Williams. Aunque no soy un gran conocedor del personaje original, creo que el humor tiene un gran peso curativo. Más en estos días, en que estamos más concienciados que nunca en temas de salud mental.


Día 30: Slither

Empecé un poco desorientado, pero fijándome en los enfoques que le daban otros artistas, me di cuenta de que solía remitir a serpientes por eso de "deslizarse". Así que hice esto, vagamente inspirado en los soldados serpiente de Dark Souls, con un tono mucho menos oscuro y más amigable. No creo que cuente como fanart.

Día 31: Risk

Fanart de Squid Game. Sin creérmelo, acabé dibujando fanart del maldito Juego del Calamar (detesto dibujar cosas tan virales...). El capítulo del puente de cristal es uno de los más memorables. Éste fue el dibujo más complejo que hice este Inktober.



viernes, 20 de agosto de 2021

Los gameplays intimistas y su magia

Qué vida más triste

Existe una magia especial cuando dos amigos se sientan a jugar un videojuego desde el mismo sofá.

No es el "efecto Bollycao" nostalfag que produce en ciertas personas ver que dos amigos se reúnen físicamente (y no online), para jugar algo en común, emponderado hasta el infinito por la equivocada idea de que todo tiempo pasado fue mejor. Tampoco tiene que ver con ningún tipo de insinuación erótica-festiva que implique la gran victoria de sentarte cerca de tu crush. Ni tan siquiera es la conexión que se produce con una amistad cuando compartes con ese alguien una pasión en común. Que me parece fabuloso pero no va por ahí. Y si piensas que tal vez tiene que ver con el juego en sí... pues no. Tampoco.

Entonces, ¿qué es? Pues, es una situación con un contexto que se produce bajo ciertos factores, en el cual dos jugadores, mientras juegan, hablan, se relacionan sin tapujos, mostrándose tal y como es. La amistad brilla. E invita a acercarse a cómo piensan, y cómo viven, en ese momento.

Ein, ¿hablabas de videojuegos?

Efectivamente, y allá voy a explicarlo. El videojuego no es más que el punto de partida. La excusa. De hecho, el videojuego da un poco igual; aunque como ahora paso a detallar, dependiendo del género, puede prestarse más o menos a crear este ambiente. Y los factores que crean este tipo de gameplays tan peculiares son:

  • Se intercala el propio avance en el juego con opiniones, anécdotas o temas de cualquier índole y con libertad personal. Esto creo que es lo más importante. Y lo que hace que el audio prevalezca sobre el vídeo.
  • Total espontaneidad.
  • Un entorno tranquilo, relajado. En casa como norma general.
  • Sin límite de tiempo estricto, sin prisas.
  • Si es por la noche, mejor.
  • La calidad técnica no importa tanto.
  • La calidad de la partida en sí no es tan importante, aunque sí debería tener un mínimo de interés.
  • Un gran peso del humor.
  • Más efectivo con juegos de un jugador, en modo historia y con cierta inmersión, que no se conozca de antemano o domine, si se jugó previamente. Al más puro estilo "pasa el mando". También valen juegos con multijugador cooperativo.
  • Preferiblemente con dos jugadores. Cuatro como mucho si se mantiene la "esencia" del chill.
  • Importancia del sonido ambiente, equiparado al ASMR, incluyendo clicks o pulsaciones del mando, comida y bebidas...
  • Como dije al principio: presencial. También podría ser online, aunque bajo mi opinión, la conexión es menor, y la chispa también.
Para que entendáis la analogía, la pieza sería parecida a una "entrevista", totalmente libre, abierta, sin pautas, que a lo que conocemos comúnmente como gameplay. O un retrato, en soporte audiovisual.

Pero, ¿no existen para ello otros formatos como los podcasts?

Cierto es. Con la diferencia de que un podcast es más cerrado: mayor estructura, planificación, enfoque en un tema y normalmente se busca informar. En un podcast hay temas que difícilmente pueden surgir. Aunque seguramente haya excepciones más experimentales que se acerquen, como "Nadie Sabe Nada" que es pura improvisación.

¿Por qué videojuegos y no otra cosa?

Podría. La gente se relaciona en todas partes como algo cotidiano. Pero como dije arriba, los videojuegos son la excusa perfecta. Hoy día uno de los entretenimientos más universales, y accesibles, que existen. Y el contexto que crea es ideal. Piensa en alguien que conozcas que no juegue absolutamente a nada. A mí me cuesta, aunque tuve un profesor en la Universidad que se declaraba abiertamente en contra. Lo mejor es que me daba una optativa sobre... ¡VIDEOJUEGOS! (desde luego la carrera fue un caldo de cultivo perfecto para todo tipo de situaciones bizarras).

Antes había mencionado un ejemplo de Gamplis, amigos del veterano youtuber Fistroman. En un excéntrico directo de Skyrim en un canal secundario, decía FM: "Esto es lo bueno de este canal, que como nos la suda, salen cosas muy interesantes". Se refería a que el gameplay que estaban emitiendo no se parecía en nada a un gameplay. Empezó como tal pero fue desvariando completamente.

El panorama del gameplay está saturado. Todo el mundo juega, y si lo pueden grabar y/o emitir, obteniendo algo a cambio, mejor. Esto da para un tema aparte. De los aspirantes a Youtube de los 2010's hemos pasado a los streamers, en directo, cuya inmensa mayoría busca, por encima de todo, crecimiento y prosperidad en sus plataformas (tenga el subtexto que tenga, esto siempre es la piedra angular). En mi caso, cuando digo "me encantan los gameplays", me refiero a los del tipo que dan título a esta entrada. Más allá de haberse ideado como producto, que sean, sobre todo, intimistas. Con esencia, espíritu.

A mí me gusta coleccionar algunos. Oírlos, desde mi móvil, me ayuda y acompaña en la vida diaria. Tiene un efecto balsámico, relajante, casi terapéutico diría. Cual aislada cápsula del tiempo en mitad de este torbellino cambiante que vivimos; más aún desde la pandemia... el terrible desastre que nos separó a todos. El mero hecho de oírlo se vuelve casi un acto egoísta. O idólatra. Durante unos años me tocó hacer frecuentes viajes en carretera. ¿Adivináis qué es lo que solía llevar puesto durante el trayecto? No hay otro formato que se le parezca, y cuando alguien lo graba, lo hace por accidente o casualidad. Porque los formatos se canibalizan entre ellos, se vuelven la misma cosa, y el gameplay no es una excepción.

Aunque todo esto está muy bien, pareciera que me esté limitando a ello como un producto audiovisual a disfrutar en tercera persona. Pues nada más lejos de la realidad. Es mucho mejor vivirlo. Quedar para jugar es el plan más zen que existe. Claro es, no siempre se puede, o apetece. Los videojuegos de hoy día tienen escasa inmersión, y el estilo de juego ha ido cambiando, planteándose más como una "maratón" que completar. Las famosas "quedadas de videojuegos" (al igual que las pijamadas) se han quedado desfasadas, obsoletas. La última persona de mi círculo que empleó esa expresión, se sacó unas oposiciones y desapareció del mapa. Quedar para esto requiere gran cantidad de energía. Los amigos viven lejos. Los amigos son selectivos; pero amigos al fin y al cabo. Y el retro o jugar títulos más antiguos no siempre es atractivo para muchos de ellos. Si quedas para jugar uno largo, el ritmo decae entre una quedada y otra. Salen otros planes alternativos que llegan a preferirse más, e incluso se dropean (abandonan) algunas partidas. Pero si no, igual también llegan a cansar las sesiones demasiado largas. Carajo, el mero hecho de hacerse adulto hace que estos planes se los lleve la corriente. ¡Son tantos inconvenientes!

Así que al final lo acabas oyendo. Que es mejor que nada.

Si tuviera que poner un ejemplo ideal de plan para gameplay intimista, en este instante de escritura se me ocurre Silent Hill, preferiblemente de la trilogía clásica. Soy un gran fan de los juegos de terror. Y ya de paso: ojalá esa franquicia levantara la cabeza. Pero bien de verdad. No como máquinas de pachinko. Ni como trending topic cada vez que en algún punto de España se forma niebla.

domingo, 13 de junio de 2021

Curso del 20/21, o cómo sobrevivir a las aulas

El verano ya llegó. Y con él, se cierra un negro capítulo en mi vida. Está bien, dicho así tal vez suene demasiado negativo. Aunque no se deben entender las cosas como polos absolutos. ¿Qué ha pasado entonces? ¿Hace falta una reflexión? Creo que de hecho, sí.

Poniéndonos en situación, estoy estudiando Administración de Sistemas Informáticos (FP). No hace mucho, se me antojó buena idea estudiar informática. Afortunadamente, de hecho: sigue siéndolo. Disfruto aprendiendo esta profesión, y siento que definitivamente estoy en mi lugar. Lo peculiar es que, hasta entonces, ya hacía mucho que yo estudiaba algo reglado, y relacionado con esto, nunca.

¿Y eso? Yo cometí una serie de catastróficos errores en la vida, demasiado recientes. Malas decisiones irreversibles, que tantos años de vida me han robado. Y además de esos errores, tardaba demasiado en recuperarme, y nunca lo hacía del todo. Pero admitirlo no me servía de redención. En mi situación, estaba bien jodido. No ya porque no tiene arreglo (no se puede dar marcha atrás); no ya por no saber a dónde dirigirme (hasta que pensé en informática); sino que, sobre todo y más importante, no encontraba un por qué. Nunca nadie me ha sabido dar respuestas, ni las había encontrado por mi cuenta. Vivía cada día con miedo y un complejo de inferioridad terrible. Se me hacía difícil hacer vida social. Cada año huyendo, escapando, hacia algún oasis temporal que pronto acababa enquistado.

Pero en un acto de fe, llegué a confiar en que encontraría mi lugar. Aún pasado el umbral de los treinta. Así que lo hice. Di ese paso. Volver a clase. Esta vez aprendiendo aquello que siento que me define. Mejor tarde que nunca. Y tío. Se está haciendo duro. Nunca nada sale como se espera. De entrada, lo que iban a ser dos años, pasaron a tres (no había plaza en oferta completa, así que entré en parcial, de tarde). A mediados de primer año, estalló la pandemia del coronavirus, que cambió las vidas de todos nosotros. Pero mientras que primero fue bastante asequible (las clases online nos ayudaron mucho en nuestro caso), segundo ha sido un verdadero infierno. Uno de los años más tristes que recuerdo. Aquí es donde me voy a centrar.

Un lugar que me resulta familiar...

En segundo curso es donde he tomado verdadera conciencia de lo que soy, y que me hace tan diferente del resto. Sin malinterpretar, yo puedo igual que cualquier otro, tengo habilidades, puedo programar, aprender y sintetizar conocimientos. No en balde mis notas no han sido precisamente malas. Pero lo que sí tengo es una menor tolerancia a la fatiga formativa, a soportar a profesores nefastos, y menos paciencia. No nos engañemos. Estudiar, como forma de vida, siempre ha sido difícil. En media mañana vas a clase, en la otra media estudias o trabajas los contenidos. Durante unos años estás así, y ni siquiera te pagan. Y por eso se hace cuando uno es joven. Cuando uno puede permitírselo. Y resistir las inclemencias de un sistema educativo obsoleto: profesores descontrolados, exámenes exigentes, constancia, muchas horas en la pantalla, etc. Si te sientes solo, tienes amigos que te acompañan en esta gran aventura: compañeros de tu edad, afines a tus gustos, sensibilidades, aficiones... O buscar apoyo en otras personas. Exactamente, esto último no ha estado a mi alcance. Al menos no como algo más que un mero compañerismo.

Extracto de mi cómic Nostos, Algos

No vengo a decir que estudiar de adulto sea malo. De hecho, uno nunca deja de aprender, y a veces hay que reciclarse, promocionar en el empleo, adaptarse, etc. Pero en mi caso, es una fase que nunca se había cerrado satisfactoriamente, cual herida abierta, y que tampoco dio paso a la siguiente. Y en este limbo desesperante me había quedado atascado. Pero volviendo a las circunstancias: como el ritmo requería el turno completo de los días, yo llegaba a casa, y luego tenía que seguir metido en las tareas. Pero veía que todos mis amigos llegaban de trabajar y podían jugar libremente videojuegos o desconectar por completo. Obvio, ésa es la clase de vida que deberíamos tener todos. Pero, ¿cómo aguantar con eso, mordiendo la mandíbula, sin notar un cambio irreversible? Al menos, ¿cómo no dejar que tus pensamientos desvaríen en un sentido en que te sientas mala persona? ¿O alguien envidioso, que los demás rechazarían?

Antes había mencionado que nunca encontré los por qués de mis errores. Y si atisbaba algo, tenía el color de la culpa. Qué gran contradicción machacar a aquel que necesita más ayuda que nunca. Y qué fácil y cómoda salida. Pero la sociedad no está lista para singularidades como yo. Se lavan las manos, y yo no les culpo, pues seguramente yo haría lo mismo en su lugar. A un curso ya de por sí duro, se le sumaba mi gran insatisfacción vital, el bagaje de mi pasado insustancial y sin sentido, una pandemia que impedía ver a nadie, una vida social completamente ausente, una soledad desoladora... Y no sin algunos episodios de ansiedad, síntomas de algo más que pataletas por suspensos.

Fuente: The Awkward Yeti
theawkwardyeti.com

Decía J.R.R. Tolkien: "Las hazañas no son menos valerosas porque nadie las alabe". Nunca nadie ha entendido mi proeza en solitario. ¿Acercarse? Desde luego. Tengo algunos amigos que me salvan de la locura. Ni tampoco lo que supone empezar a estudiar algo nuevo, técnico y difícil, con una edad, y con todos mis antecedentes. Y creo que nunca nadie lo entendería jamás, a menos que haya tenido tan mala suerte como yo. Cuando amigos, colegas y familiares aplauden, o lloran algo ajeno, es porque ven ese éxito en un tópico que entienden y valoran: conseguiste un nuevo empleo, vas a ser padre, publicarás tu libro... Nadie aparece porque sí felicitándote por "haber tenido la fortaleza y la voluntad de continuar conociendo la situación en la que te encuentras". Ahora que ha terminado, me da igual si atesoro esa experiencia sólo para mí. La vanidad no deja de parecerme un mal vicio de la sociedad moderna, en que no quiero reflejarme. Sólo quería algo de apoyo. Algo de apoyo no hubiera estado mal. Ahora lo importante es saberse cambiado a mejor. A las puertas del verano, me quedo con el sabor agridulce de sentir orgullo por haber superado esto. Y por haber tenido justo delante mía el límite, sin dejar que me destruyera. Y que sigo aquí para contarlo. Lo que no te mata, te hace más fuerte. Y diferente, también.

martes, 22 de septiembre de 2020

¡Feliz 5º Cumpleaños, Undertale! Un modesto pero sentido homenaje

¿Qué ha sido Undertale para mí? Quisiera hacerle un pequeño homenaje, recorriendo todas mis aportaciones a semejante videojuego. No están todos los que son (el post sería interminable), pero sí son todos los que están. Vamos allá.

Soy una persona que no sólo no sigue modas, sino que las odia de antemano sólo por el mero hecho de serlas (y hasta que me demuestren lo contrario). ¿Es moralmente dudoso? Puede ser. También depende del contexto. Por ejemplo, en la industria del videojuego, ese tipo de protagonismo es marketing puro y duro. Vale, el marketing lo es todo, los juegos se hacen para ganar dinero, como cualquier empresa. Pero hay juegos que se lo ganan. Y en este caso, corría aquel septiembre-octubre de 2015, que se puso de moda Undertale, y por tanto oí hablar del juego por primera vez. Yo al principio no le hice caso, pero la curiosidad finalmente me llevó a jugarlo por aquellas navidades, tras ver tanta gente enloquecida recomendándolo y tanto fanart de un esqueleto gordo sonriente con abrigo. Se me cayó la mandíbula al suelo... Tú sabes, normalmente un juego te reconforta con altibajos constantes; esta parte te gusta, pero esta no, aquí la música es meh, este personaje es genial, los otros no tanto, etc. Este caso era un flujo de elementos diseñados con buen gusto: personajes, música, trama, diálogos, luchas... Y tras terminarlo de muchas maneras (al principio cagándola y consiguiendo un final neutral, pero luego por la ruta Pacifista y Genocida), el mensaje se quedó guardado.

Y entonces entró el 2016. Como era aficionado al cosplay (mucho más que ahora), comencé a maquinar alguno sobre Undertale. Pero también me gustaban los grupales de cosplay. Alguno debía haber en marcha, y por Twitter me topé con uno muy ambicioso, que llevaba una chica (User4Friends), con mucha gente, para un buen salón, de cartel bonito y diseño propio. Me tiré adentro de cabeza.

Fijaos cómo estaba el patio

Por circunstancias de la vida, ese año fue bastante difícil para mí porque me mudé a Madrid. De todas formas, continué con la idea de participar. Al principio quería hacer a Alphys, aunque más tarde deseché esa idea (menos mal), y me quedé con Asriel Dreemurr, versión adulta. User4Friends se dio de baja, así como casi la mitad de la gente, y el grupal quedó sin dirección. Recordad que ya había gente por entonces, que daba por muerta la fiebre de Undertale. Fue a partir de ahí cuando me involucré en la organización, administrando al grupo, así como difundiéndolo para captar interesad@s. Unos salieron, otros llegaron. Pero a partir de entonces se formó un núcleo de amigos y amigas que vinieron para quedarse.

Acabamos incluyendo personajes de otros AU (Alternative Universe), versiones de la misma historia, hechas por fans. Ya falta poco...

Cartel final que yo mismo diseñé

*Nota: Siloru era mi antiguo pseudónimo.

Mientras tanto, por desgracia, en Madrid me estaba yendo bastante mal. Tanto, que aquel se quedó como uno de mis años más tristes y oscuros. Aquel pseudo-plan de vida fue un desastre (da para un amplísimo tema aparte). Aunque este proyecto me ayudó a salir adelante. Había hecho buenos amigos (especialmente a través del grupo de Telegram que teníamos... ¡que aún existe y usamos!), y tras volver a mi ciudad, seguía esforzándome en él. Entonces, tras un periodo de recuperación, llegó la magia de aquel 3 de diciembre, en el Mangafest de Sevilla. Qué mejor que dejaros con el magnífico vídeo que montó nuestra Alphys, para que os hagáis una idea:

Y el grupal se hizo realidad...

Por supuesto, aquélla no fue la única vez que llevé el traje de Asriel. Ya lo había estrenado en Femanca, donde conocí a Naz y Godoy, y más tarde me lo pondría en otros salones. Pero sin duda Mangafest'16 fue la ocasión.

Sin duda lo que más eché en falta, fue participar en algún concurso de cosplay. Incluso llegó a haber un intento para Ficzone, que no se llegó a realizar (la razón es que ni a Neku, ni a mí, nos gustaron las condiciones de participación, así que nos caímos). Pero aquí está el audio. Que por cierto, maravilloso mi amigo Santi Soto doblando a Asriel (ha estudiado doblaje, tiene sentido):

También hubo un "segundo encuentro" del grupal en el Salón del Manga de Jerez 2017, para el que hubieron variaciones de miembros. Fue una versión descafeinada del primero, pero nos dio la oportunidad de conocer a Lidia alias "Napstilla con Vainilla", que no había podido venir al original y que formaba parte de la familia. Diseñé otro cartel y no me arrepiento:

"Buscamos", por pedir que no quede. Se cayeron muchos.

La cosa no acabó ahí. Iba siendo hora de sacar adelante una sesión de fotos, ya que acostumbraba a sacar una por cada traje. Hacia finales de año, volví a contar con Guillermo para esa tarea, y nos encerramos unas cuantas horas en mi buhardilla, con unas telas, un foco, un flexo y muchas ganas. Sacamos una interesante sesión de fotos sobre el traje de Asriel (que luego se chupó muchísimas horas de edición en Photoshop). Era algo que ya pegaba. Y tras eso, gracias a la recomendación de mi amigo... ¡expusimos en Comic Stores!


Buenas pintas tenía entonces

Si queréis ver las fotos, aquí las tenéis, en mi DeviantArt.

Pareciera que, al menos por mi parte, di todo lo que se podía dar. En Halloween de 2018, Tobyfox sorprendió al mundo con Deltarune, aunque sólo fuera el Capítulo 1. Un digno sucesor impecable en todos los sentidos, que aunque su conexión con el primer juego no es explícita, todos sabemos que está ahí; es una de las cosas que más intrigan a la comunidad, y de la que de momento sólo pueden hacerse especulaciones. ¿Un universo alternativo? Sin duda es una extensión de Undertale, y por ello la incluyo aquí. Y al cabo de un año, dibujé un poster de Deltarune, Capítulo 1:

Aún seguimos a la espera de su continuación, que parece estar tomándose su tiempo. Pero, como quien no quiere la cosa, ¡ahí va! ¿Cinco años? Pareciera que fue ayer. ¡Feliz 5º Aniversario, Undertale! ¡Y por todos los años que vendrán!

PD: ¿se nota la evolución artística?

No os podéis perder el concierto conmemorativo que se emitió online, y que vimos en mi canal de Twitch mientras pintábamos la obra. ¡Muy emocionante!






jueves, 17 de septiembre de 2020

He vuelto. Sí, amigos y amigas.

Casi un año sin tocar el blog, vuelvo a las andadas. En todo este tiempo ha pasado mucho. Mucho. Vayamos en orden.

Para empezar, después de mi última entrada, todas mis ganas de escribir por aquí se esfumaron. Todas mis ganas, en general. En septiembre del año pasado comencé a atravesar una dura época de transición. Mi pareja me abandonó, y regresé a un instituto en el que había estado como diez años atrás, para estudiar una materia "nueva" para mí: la informática (concretamente, administración de sistemas informáticos en red, o ASIR). También hacía un tanto que no pisaba un aula. Podéis imaginar la escena: como recién despierto de un mal sueño muy largo.

Poco a poco me fui adaptando y, sin irme demasiado por las ramas, resulta que en lo más bajo, descubrí una nueva vocación. Además, artísticamente empecé a espabilar, aprendiendo, dibujando más motivado y frecuentemente. Poco después y ya en 2020, gracias a esto, en mi canal de Twitch, que hasta entonces había sido usado para directos de partidas espontáneas a juegos de muchos tipos, pasé a hacer exclusivamente directos de dibujo. Con eso por un lado, me hacía a la disciplina, y por otro me permitía conocer gente mientras hacía lo que más me gustaba.

Entonces llegó el Covid-19.


Y eso fue un palo para todos. Nada de viajar, ver a nadie o tan siquiera salir de casa. Se acabó el gimnasio o hacer la (poca) vida social que tenía. No todos, ni todo, se adaptó demasiado bien a la dinámica online. El miedo de mi familia permeó un poco en mí. Pero no en balde, aproveché para reflexionar, respirar y meditar sobre lo último. Tomé mayor conciencia de la realidad que me rodeaba, y sentí un crecimiento en muchos sentidos. Maduré, empecé a leer más, y cambié de imagen. También me volví un poco más huraño... pero eso es culpa del confinamiento.

Una vez acabado el primer año de ASIR con éxito total, se sucedió un verano honestamente muy aburrido, en el que me centraba sobre todo en mi Twitch, mis proyectos, mi técnica creativa, y tal y como planeé de antemano: tener un primer contacto con la programación con varios cursos. Hacia el final, al cruzarme con una oferta de un servicio de hosting, reflexioné sobre la idea de tener un dominio propio como portfolio, y así ampliar mis horizontes. Eso me ha llevado a rescatar esta página, que debo remodelar a tal fin, y que a la vez me va a dar el empujón que necesitaba para también escribir un blog (tarea pendiente para la que no había encontrado ni momento, ni ganas).

Y aquí estamos. Poniendo la cereza a uno de los años que más han cambiado mi vida. Con todo, espero encontraros en esta gran aventura llena de giros inesperados. Irónicamente, eso es lo que más te mantiene pegado a una serie.

Father! The sleeper has awakened!
- Paul Muad'Dib